miércoles, 12 de marzo de 2008

DENUNCIAS

Hospital Durand
Caso 1.
El último lunes una mujer, jubilada, de 70 años, ingresó alrededor de las 08:00 a la guardia del hospital con dolores agudos en el bajo vientre. Atendida por una médica (clínica) se le palpó la zona afectada donde denunciaba dolores y de inmediato se le extrajo sangre para un análisis que al cabo de una hora y media certificó un aumento de los glóbulos blancos (13.500). Esta circunstancia provocó que la médica sugiriese una consulta con el área de gastroenterología. Después de una nueva revisión con otra médica, en este caso especialista (7º piso, Pabellón Romano), se le aconsejó hablar con un cirujano por lo que la paciente retornó a la guardia y consultó al Dr. Benavente, encargado en ese momento del área de cirugía menor. El doctor, observando los análisis y palpando nuevamente la zona afectada, dedujo que había un posible cuadro de apendicitis. Por lo tanto, decidió mantener a la paciente en la guardia con suero, trasladándola más tarde a una dependencia interna, Secretaría de Guardia, donde se le facilitó una habitación compartida hasta tanto se verificara la posibilidad de una intervención quirúrgica de urgencia. Al cabo de unos 45 minutos, el doctor regresó anunciando que era imposible hacerlo en el Hospital Durand porque no había anestesista. Por cuanto se hizo cargo del problema de conseguir otro hospital donde la paciente pudiera ser atendida. Para ello realizó los contactos correspondientes -según expresó más tarde- con el SAME para solicitar la derivación. A todo esto el cirujano también recalcó que se trataba de un tema que debía resolverse inexorablemente en el día, por lo que familiares de la paciente intuyeron de que si no era así el proceso podría derivar en peritonitis con el consiguiente riesgo para la vida de la paciente. De manera que ante la incertidumbre la mujer y sus acompañantes esperaron hasta el anochecer, pero no hubo una respuesta positiva a pesar de los intentos de buscar una solución urgente al problema. Mientras tanto, desde el ingreso, a la sala de guardia, la paciente se encontraba en estado nervioso y molesta por la posibilidad de operarse de urgencia. Fue entonces cuando la familia, observando la ausencia de una respuesta positiva y acorde con la gravedad del caso, decidió no esperar más por el trámite que dependía del cirujano y se comunicó con PAMI Escucha. Efectuada la llamada telefónica al 138 les dijeron que como la paciente capitaba en el Hospital Durand correspondía llamar al área de coordinación del SAME (107) para la derivación a otro hospital. En PAMI aclararon que ellos solo intervendrían en caso de un "rechazo conformado" por parte de la red hospitalaria del SAME. Esto significaba que eso solo podría ocurrir en circunstancias de que no hubiera camas en los hospitales porteños. Entre tanto, el médico cirujano del Hospital Durand, por lo visto, incompetente para solucionar el entuerto, remarcó ante otra consulta que solo había tres antestesistas para la atención de todos los hospitales porteños (???). Se efectuaron entonces nuevos llamados y se incrementó la presión a los médicos con la presencia de los familiares en el hospital entre las 12:00 am y las 02:00 am del día siguiente. Alrededor de las 02:30 un familiar tomó contacto, después de muchísimos inconvenientes para comunicarse y múltiples explicaciones telefónicas, con el Sr. Adrián Gómez del SAME (Tel.: 4124-4600) y confirmó que tenía en sus manos el pedido de derivación pero que todavía no se había conseguido la cama. Por lo que prometió que en minutos más enviaría un fax URGENTE a PAMI para que tomaran cartas en el asunto. De manera que, desde el diagnóstico de un cuadro de apendicitis con características de cirugía de urgencia hasta el momento en que el SAME decide derivar el famoso "rechazo conformado" al PAMI, pasaron exactamente 12 horas con el consiguiente perjuicio psíquico y físico para la paciente y la preocupación de los familiares que, por lógica, veían la situación como muy grave. Avanzada la madrugada, finalmente, el cirujano a cargo, reconoció que como la paciente no tenía síntomas de dolores mucho más agudos que podían presagiar un problema más grave, se podía haber incurrido en un error de apreciación en el primer diagnóstico y solo se trataría de una inflamación aguda motivada porque la paciente padecía de diverticulitis o por alguno de los medicamentos que tomaba para la presión, colesterol y calambres nocturnos. Por esas cosas del destino y de la suerte, la paciente fue dada de alta a las 17:00 del martes con las recomendaciones de dieta y cuidados propios de una inflamación descartándose totalmente la posibilidad de apendicitis. Como balance se puede decir que fue una desgracia con suerte, porque por estas horas todos se preguntan qué hubiera sucedido si el Hospital Durand hubiese contado con el anestesista y se hubiera procedido a la intervención quirúrgica ¿sólo por una inflamación? Además, ni el SAME ni PAMI pudieron resolver el problema en todo este tiempo y no se sabe cuándo pudo haber estado lista la derivación a otro hospital o sanatorio. De manera que, si efectivamente hubiera sido apendicitis la dolencia de la paciente, este caso hubiera terminado fácilmente en peritonitis y en riesgo de vida, porque no pudieron o no supieron resolver el problema de conseguir cama. Son muy graves los problemas que afrontó esta paciente en el Hospital Durand y es obvio que merecen una respuesta de las autoridades de las entidades y organismos mencionados. (Historia Clínica de la paciente Nº 295639).

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