martes, 20 de octubre de 2009

Un estado represor que continúa impune



Los jubilados resignados

al peor de los destinos:

"secuestrados,

torturados

y desaparecidos"

Si alguien hace treinta años pudo imaginar cómo iba a ser hoy el destino de los jubilados y pensionados, cualquier predicción con cierto grado de lógica no puede haber soslayado que los haberes iban a deteriorarse por la inflación, que el aumento de los medicamentos iba a ser cada vez menos absorbido por el PAMI, que los servicios sociales y de bienestar, perfectamente organizados por aquella recordada gestión de Francisco "Paco" Manrique, no volverían a ser lo que fueron.

En definitiva, si estas fueron las predicciones más complejas y problemáticas que una persona podía pensar a futuro para la subsistencia de la clase pasiva, los que arriesgaron esta deducción se equivocaron de medio a medio. Por supuesto, esta nota hace mención de los jubilados y pensionados que cobran la mínima o rasguñan el techo de los 300 dólares mensuales y no a aquellos jubilados privilegiados por la "lógica del mercado", que cobran haberes por arriba de los 2.000 dólares, muchos de los cuales vienen de la función pública, legislativa y judicial, poderes del estado que permiten en muchos casos asegurarse una jubilación que sirve no sólo para la propia subsistencia del beneficiario sino también para la de hijos y nietos y que pagamos todos.

Hoy, las cajas de jubilaciones han sido saqueadas, los fondos de las AFJP empequeñecidos por los pésimos negocios de las aseguradoras también han sido sustraídos (estatizados) por el gobierno y transferidos a la ANSES que se ha convertido en la mejor fuente de recursos del estado para todo tipo de inversiones, públicas y privadas. A cambio de estas inversiones se emiten bonos (sin respaldo) lo que endeudará a futuro a cualquier otra administración que tendrá inevitablemente que afrontar cataratas de juicios y demandas por parte de inversores locales e internacionales, situación harto conocida porque la estamos pagando con nuestros impuestos y sin solución de continuidad.

El resultado de este "desbarajuste organizado" por el Gobierno es la muerte en vida de millones de jubilados y pensionados.

"Secuestrados" de la vida cotidiana a causa de sus enfermedades y problemas físicos cuyas soluciones, ya sea medicamentos, sillas de ruedas, prótesis u otros, PAMI las niega por mil razones técnicas y administrativas, a los ancianos y ancianas que necesitan de ellas para poder sobrevivir.

"Torturados" a causa de la depresión con que viven resignados a morir en la indigencia.

"Desaparecidos", algunos físicamente como consecuencia de las penurias sufridas y otros porque finalmente aterrizan como bolsas humanas en geriátricos concebidos únicamente para dar fe que murieron en una cama y no en la oscuridad de un callejón o hacinados en una pensión.

Este es el resultado de las políticas que lleva a cabo el actual Gobierno nacional con los jubilados y pensionados que cobran el haber mínimo - alrededor de 2.300.000- que apenas cubre un 35% de sus necesidades básicas, mientras que más de 220.000 agotan sus fuerzas tras lograr una pensión asistencial.




Pero todavía hay algo peor: la polémica ley de aumentos automáticos a las jubilaciones, una estafa que los funcionarios "kirchneristas" festejaron con bombos y platillos y que fue promulgada sin dilación por la mayoría automática oficialista en el congreso nacional, un "nido de ratas" que esconde los peores vicios, sobre todo de aquellos avenidos a la política para coimear y trampear.

El defensor del pueblo de la tercera edad, Eugenio Semino, aseguró que "la ley "no cumple" con el fallo de la Corte Suprema que ordenó al Congreso crear el sistema para la actualización de las jubilaciones y "mantiene el círculo vicioso y el espíritu de la ley Cavallo", por lo tanto, lejos de beneficiar al sector pasivo, genera una brecha progresiva entre las jubilaciones y los salarios y refuerza la ola de juicios contra el Estado.

Los aumentos que - según Sergio Massa- superarían el 18% anual no pasaron del 15% (en dos pagos (marzo y septiembre) y ni siquiera han servido para paliar los verdaderos índices de inflación (no los del INDEC) que algunos estudios privados elevan hasta el 25% anual.

Los jubilados y pensionados que cobraban la mínima comenzaron en 2005 a recibir el subsidio de asistencia socio-sanitaria, un rubro incluido en los recibos de haberes junto al PBU haber mensual y complemento al mínimo, cuyo importe original fue de $ 30 y luego se aumentó a $ 45.

Se destinó a todos los afiliados con 65 o más años de edad que no percibían por parte de esta obra social otro subsidio o prestación social. Al lanzarse aquel año, los beneficiarios debían cobrar haberes que no superaran los 600 pesos. Ahora, tras los incrementos otorgados a los jubilados y pensionados por el Gobierno nacional, la cifra pasa a 800 pesos como piso para acceder a su cobro.

La medida beneficiaba a 1.200.000 personas. Además, se otorgó un adicional remunerativo de 15 pesos para los 400.000 afiliados del Programa Probienestar, promocionado por las unidades básicas peronistas al 10% de los jubilados y pensionados.

A los beneficiarios del programa se les entregaba una bolsa de alimentos cuyo equivalente era de $ 30. En un principio, su contenido incluía: un pollo, arroz, fideos, huevos, aceite, galletitas, leche, queso, atún en lata, lata de tomates, duraznos en almíbar, polenta, harina 000, azúcar... En 2007 y 2008, el pollo dejó de entregarse, el queso era repugnante y la mitad de los artículos restringidos al máximo eran de tercera calidad. Por consiguiente, ante este "engañapichanga" miles de jubilados y pensionados que habían accedido al programa debieron renunciar con el ánimo de rescatar los $ 30 en su recibo de haberes y comprar con ese dinero lo que se les antoje.

Para aquellos que tuvieron suerte el trámite demandaba entre tres y seis meses y se solicitaba en la filial de PAMI correspondiente al domicilio del afiliado. De manera que, durante esos tres a seis meses, los pasivos no vieron ni la bolsa de alimentos ni los $ 30 lo que representó una disminución en sus haberes de entre $ 90 y $ 180.

Otros jubilados que no tuvieron tanta suerte no reciben más los $ 30 y menos los $ 15 que correspondían originalmente a la "ayuda sociosanitaria" tan difundida por el gobierno. ¿Razones? Consultada una empleada del PAMI 5, Ecuador 650, alegó que todo jubilado y pensionado que cobra un peso más de $ 800 deja de percibir la ayuda por lo cual para el estado $ 801 no es un haber mínimo, si en cambio lo es para el que cobra $ 799.

Qué hubiera sido los más razonable, justo y ético, pues que el estado aumentase el piso de $ 800 del haber mínimo de jubilados y pensionados para que todos puedan continuar percibiendo el subsidio. Pero buscar algún funcionario con algo de raciocinio en este gobierno es una quimera. Acatan órdenes, son soldaditos de plomo y no funcionarios.

Los jubilados y pensionados por razones obvias no están amparados por ninguna infraestructura sindical ni por institución alguna que los agrupe y los defienda de las injusticias, son personas de edad avanzada que deben centralizar sus quejas y reclamos en las delegaciones del PAMI, como es costumbre, después de largas colas e infernales demoras, como sucede también cuando deben cobrar, sufriendo las inclemencias del tiempo, frío, lluvia, calor, etc. De manera que no hay estadísticas oficiales sobre los jubilados de ningún tipo, salvo aquellas que lleva el gobierno cuando anuncian aumentos del 7% y que recaen en una determinada cantidad de miembros de la comunidad pasiva.

De modo que, a ciencia cierta, nadie sabe cuántos casos hay de jubilados que pese a recibir el haber mensual mínimo no cobran la "ayuda sociosanitaria". Ni tampoco hay referencias sobre aquellos que vienen cobrando y de pronto la ayuda desaparece de sus recibos como por arte de magia.

Un cálculo modesto puede dar cuenta en este caso que el estado con la quita de los $ 45 se viene ahorrando no menos de $ 45.000.000 de pesos mensuales. No es mucho, pero sirve para paliar en algo el déficit del "fútbol para todos".

Se entiende ahora a qué me refiero cuando titulo:

"Los jubilados resignados al peor de los destinos: "secuestrados, torturados y desaparecidos".

Quizás me quedé corto.

1 comentario:

Unknown dijo...

Como una jubilada más de esta mi querida Argentina, me encuentro despues de 40 años de honrado trabajo no pudiendo ni siquiera sobrevivir con mi jubilación, me siento avasallada, ultrajada, siento que tengo ganas de vivir y me las quitan de a poquito, ya no puedo siquiera cubrir lo imprescindible, ya prescindo de casi todo.
Ahora pareciera que todos tenemos que agradecer que podemos ver los partidos, muchisima plata se invierte en esto, yo quisiera decirle Sra. Presidente que prefiero comer, tomar los remedios, vestirme , tener algo de recreación aunque el fútbol, aún siendo mujer me guste mucho. No necesitamos fútbol, necesitamos respeto, necesitamos cobrar jubilaciones dignas realmente, no que nos roben la plata, nos saqueen las AFJP y la plata la usen para cualquier cosa menos para nosotros.
Por favor, dejen de darnos ridiculos aumentos, no se les cae la cara de verguenza ,perdón ¡conoce esta palabra, lo que significa? dejen de sacar cálculos y más cálculos indignos y aumenten como se aumentan ustedes los sueldos,estoy segura que los padres y madres de todos ustedes que estan en el gobierno deben tener jubilaciones un poquitito más altas que las nuestras,a lo mejor soy mala y no es así y cobran la minima y ustedes les tiran unos pesitos a fin de mes.
Le cuento una cosa: un gobierno que no sostiene , que no apuntala a los niños y a sus mayores no merece seguir gobernando.
Queremos seguir viviendo, pero como merecemos, dignamente.
Elsa Marta Chiantaretto
DNI 5.267.007